sábado, enero 29, 2011

Regalo



Hay cosas que un niño no comprende en el instante en que están sucediendo, pero que instintivamente le impresionan de tal modo, que no ha de olvidarlas nunca, aunque viva, ya de hombre, los años más llenos de tumulto. El recuerdo perdura en él, como la perla dentro de la valva de la ostra intacta. Un acontecimiento cualquiera, imprevisto, trivial, lo eleva un día desde la profundidad de la memoria, hasta el corazón lleno de asombro feliz con ese descubrimiento emocional. Es así, sin saber cómo sólo por el embrujo de esta noche de mayo inesperadamente tibia y llena de luces, que acabo de recordar otra noche muy lejana –tan remota que me parece de cuento- en que mi madre me regaló una estrella. Casi todo lo que de un modo u otro me pertenecía en aquel momento, ha desaparecido ya del mundo material y visible; mi casa, el patio lleno de pesados perfumes, la juventud de mi madre, quizás muchos otros mundos en el infinito espacio sideral. (…)

Chico Carlo, Juana de Ibarbourou

lunes, enero 03, 2011

Cocina II

                             Tarta de vegetales y masa casera integral que cociné con receta de  Flor


Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca.

Como agua para chocolate, Laura Esquivel